Antes pensaba que tener dinero era para poder entrar con seguridad en una tienda de lujo sin mirar las etiquetas. Después de recibir algunos golpes de la vida, entendí que el dinero, en esencia, es “libertad enlatada”.

La verdadera riqueza es “silenciosa”: puedes ver los coches de lujo y los relojes caros de los demás, pero no puedes ver el saldo en la cuenta de ese tipo vestido con Uniqlo. El dinero que gastas solo para presumir en las redes sociales es precisamente la razón por la que te vuelves pobre. Ser rico son todas esas cosas que no compraste.

El mayor sentido de ahorrar dinero se llama “Fuck You Money”: no es una grosería, es seguridad. Cuando tienes ahorrados dos años de gastos de vida, si te enfrentas a las exigencias absurdas de un jefe idiota, o a una relación que solo te consume, puedes irte sin tener que aguantar. El dinero no resuelve todos los problemas, pero sí soluciona el problema de “tener que agachar la cabeza”.

El proceso de hacerse rico es extremadamente aburrido: en las películas, Wall Street es gritos, champán y chicas guapas. En la realidad, acumular riqueza es como ver cómo se seca la pintura lentamente, o cómo crece la hierba. Si crees que invertir es algo emocionante, probablemente estés apostando. Solo quien soporta esa monotonía merece la libertad final.