Últimamente me he aficionado a comer cacahuetes tostados y nueces.
Puedo entender lo de las nueces, porque creo que ayudan al cerebro, y cada día vivo con la ansiedad de no ser muy inteligente. No tengo ningún apego especial a la buena comida. El concepto de “sabroso” para mí es tan liviano como el papel. Lo de los cacahuetes es aún más inexplicable. Esta mañana, de repente lo entendí: es que me he hecho mayor. Los cacahuetes tostados eran algo que, cuando era niño y mis padres me llevaban de vuelta a casa, solíamos encontrar en el camino: tías y tíos con cestas vendiéndolos.
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Últimamente me he aficionado a comer cacahuetes tostados y nueces.
Puedo entender lo de las nueces, porque creo que ayudan al cerebro, y cada día vivo con la ansiedad de no ser muy inteligente.
No tengo ningún apego especial a la buena comida. El concepto de “sabroso” para mí es tan liviano como el papel.
Lo de los cacahuetes es aún más inexplicable.
Esta mañana, de repente lo entendí: es que me he hecho mayor.
Los cacahuetes tostados eran algo que, cuando era niño y mis padres me llevaban de vuelta a casa, solíamos encontrar en el camino: tías y tíos con cestas vendiéndolos.