Estamos ante una segunda ola de NFTs—excepto que este ciclo se desarrolla de manera completamente diferente a la última. No será la misma especulación caótica. En cambio, veremos adopción institucional, casos de uso serios y una integración en el mainstream que realmente perdura.

¿El gran cambio? Los NFTs migran de ser simples coleccionables a convertirse en infraestructura de identidad. Piensa en credenciales verificadas, prueba de propiedad, sistemas de identificación digital. Las marcas tokenizarán la autenticidad a gran escala. Hablamos de una integración fluida en aplicaciones cotidianas, no solo proyectos de hype que se impulsan en las redes sociales.

Esta vez, la infraestructura está madura, el entorno regulatorio es más claro y las empresas están listas para construir. Las cifras superarán con creces lo que vimos antes. Los NFTs vinculados a la identidad se convierten en un requisito básico en lugar de una novedad.