Entrar en el mundo de la inversión requiere entender bien los conceptos. Muchas personas confunden acciones y participaciones, lo que les lleva a comprar productos que no desean. Pero, ¿cuánto difieren realmente? Al igual que comprar acciones y bonos son cosas completamente distintas, la diferencia entre acciones y participaciones afecta tus derechos, beneficios y riesgos.
Primero, entender qué son exactamente las acciones
Las acciones son, en esencia, una división de la propiedad de una empresa. Cuando compras acciones de una compañía, te conviertes en propietario, aunque sea en una pequeña parte. Este estatus es muy importante: te otorga varios derechos.
Primero, el derecho a dividendos. Siempre que la empresa obtenga beneficios y se aprueben dividendos en la junta de accionistas, tienes derecho a recibir la parte que te corresponde. Luego, el derecho a la información, que te permite conocer la situación financiera y operativa de la empresa. Además, el derecho a votar en la junta de accionistas, lo que te da voz y voto en decisiones importantes.
Hay otro derecho que a menudo se pasa por alto: el derecho de suscripción preferente. Cuando la empresa realiza aumentos de capital o emite bonos convertibles, los accionistas existentes tienen prioridad para comprar nuevas acciones. Por último, en caso de quiebra y liquidación, tienes derecho a recibir la parte residual tras pagar a los acreedores.
Todos estos derechos derivan de un núcleo: eres accionista, propietario de la empresa.
Algunos detalles clave sobre las acciones
No todas las empresas emiten acciones. Solo las sociedades anónimas (Sociedades Anónimas) pueden hacerlo. Cuando una empresa cotiza en bolsa, la negociación se vuelve muy flexible: puedes comprar y vender en cualquier momento a través de un bróker, sin necesidad de conocer al vendedor. El precio lo determina la oferta y demanda del mercado, y puede fluctuar mucho.
Pero cotizar en bolsa es voluntario. Muchas empresas de alta calidad no cotizan, y sus acciones existen solo en forma privada, sin circulación en mercados públicos. Incluso las que cotizan pueden reservarse una parte de sus acciones para no estar en circulación.
Las acciones también tienen diferentes tipos. Acciones ordinarias otorgan derechos completos. Acciones preferentes tienen prioridad en dividendos y liquidación, pero no confieren derecho a voto. Acciones sin derecho a voto son iguales a las ordinarias, pero sin la facultad de votar. También existen acciones rescatables, que tienen un plazo y la empresa puede recomprarlas en ese período.
La relación entre acciones y bolsa no es tan simple
Se suele decir que “las acciones se negocian en la bolsa”, pero esto no es del todo correcto. Las acciones pueden negociarse en la bolsa o fuera de ella. Si cotizan en bolsa, tienen mayor liquidez y precio transparente. Si no cotizan, vender acciones implica buscar un comprador directamente, lo que es más complicado.
Luego están las participaciones—el instrumento de inversión subestimado
Las participaciones también representan una división de la propiedad de una empresa, pero las reglas son completamente distintas. Primero, cualquier tipo de empresa puede emitir participaciones, no solo sociedades anónimas.
Aquí hay una diferencia crucial: los titulares de participaciones no tienen derecho a voto. Puedes recibir dividendos, pero no participar en decisiones de la empresa. Esto hace que las participaciones tengan más carácter de deuda que de propiedad. Además, las participaciones no se negocian en mercados públicos, su liquidez es muy baja. Para venderlas, debes buscar un comprador y el precio lo determina la situación financiera actual y las expectativas futuras de la empresa, no el mercado.
Cuando inviertes en fondos, también compras participaciones
¿Has oído hablar de “participaciones en fondos”? Cuando compras un fondo de inversión, en realidad estás comprando participaciones del fondo. Los fondos requieren al menos 100 participantes y un capital superior a 3 millones de euros. La gestora administra las inversiones, y la depositaria custodia los activos. El fondo agrupa todos los activos en un patrimonio común y lo divide en participaciones que distribuye entre los inversores.
La forma de comprar y vender estos productos es muy diferente
Las acciones se negocian de forma sencilla. Si cotizan en bolsa, puedes comprarlas y venderlas rápidamente a través de cualquier bróker, banco o plataforma, sin preocuparte por quién es el contraparte. El mercado ajusta la oferta y demanda en tiempo real.
Las participaciones, en cambio, son mucho más difíciles de negociar. No hay mercado público ni bolsa, todo se hace de forma privada. Necesitas conocer a un comprador o vendedor, negociar el precio y realizar trámites complicados, por eso su liquidez es muy baja.
Accionista vs partícipe: la diferencia esencial en la identidad
Estos dos roles representan posiciones muy distintas.
El accionista es el propietario de la empresa. Tiene una parte de la misma, disfruta de los beneficios del crecimiento y asume los riesgos de su declive. Participa en decisiones importantes, recibe dividendos y puede conocer la gestión. Sus intereses están estrechamente ligados a los de la empresa. Las acciones no tienen plazo, puedes mantenerlas indefinidamente.
El partícipe es más parecido a un acreedor. Tiene un derecho fijo a dividendos, pero no participa en decisiones. Las participaciones suelen tener un plazo definido, tras el cual se pueden renovar o terminar. La relación es “prestar dinero → obtener intereses → devolver capital al vencimiento”, no “ser propietario”.
Una cuestión que muchos desconocen pero que es muy importante: el orden de prelación en quiebra
En caso de quiebra y liquidación, los fondos se distribuyen en un orden específico llamado prelación.
Los acreedores con garantías (por ejemplo, hipotecas) tienen prioridad. Luego, los acreedores ordinarios. El accionista siempre va al final—si los activos no alcanzan para pagar todas las deudas, los accionistas probablemente perderán toda su inversión. Esto es especialmente importante para quienes invierten en pequeñas empresas o en empresas en dificultades: si la empresa tiene problemas, tu inversión puede desaparecer por completo.
Comparando ambos roles
Dimensión
acciones
participaciones
CFD sobre acciones
Identidad
accionista (propietario)
partícipe (acreedor)
inversor (inversor)
Rol en la empresa
propietario
acreedor
——
Plazo
indefinido
plazo definido
indefinido
Derecho a dividendos
✓
✓
✓
Derecho a voto
✓
✗
✗
Derecho de suscripción preferente
✓
✗
✗
Derecho a liquidación
✓
✗
✗
Liquidez en negociación
alta (si cotiza)
baja
alta
Lugar de negociación
bolsa de valores
privada
bolsa de valores
Determinación del precio
oferta y demanda
situación financiera
precio del activo subyacente
¿Por qué en plataformas generalmente solo puedes comprar acciones o CFD?
En plataformas como MiTrade, normalmente solo verás acciones y CFD sobre acciones, no participaciones. La razón es sencilla: las participaciones tienen baja liquidez y no son aptas para trading a corto plazo. Los CFD, por su parte, por su bajo coste, apalancamiento flexible y soporte para vender en corto, son especialmente adecuados para traders profesionales.
Aunque los CFD y las acciones parecen iguales (mismo movimiento de precio y posibilidad de dividendos), en esencia son diferentes: poseer un CFD no te convierte en accionista, no tienes derecho a voto, ni a participar en la junta, ni otros derechos de accionista. Pero para la mayoría de los traders, esto no es un problema, ya que su objetivo no es influir en la empresa, sino beneficiarse de las variaciones de precio y dividendos.
La última recomendación
Entender bien la diferencia entre acciones y participaciones es clave, porque afecta directamente a tus decisiones de inversión y a tu nivel de riesgo. Si quieres control y participación a largo plazo, las acciones son la opción correcta; si solo buscas dividendos estables sin interés en decisiones, las participaciones pueden ser suficientes. Pero recuerda que la liquidez de las acciones y el riesgo de las participaciones son factores que debes considerar cuidadosamente.
Lo más importante: siempre ten presente el orden de prelación—en caso de quiebra, el accionista es el último en recibir dinero. Este hecho debe recordarte siempre la importancia de gestionar bien el riesgo.
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Si no entiendes estos dos, tu decisión de inversión será pura conjetura
Entrar en el mundo de la inversión requiere entender bien los conceptos. Muchas personas confunden acciones y participaciones, lo que les lleva a comprar productos que no desean. Pero, ¿cuánto difieren realmente? Al igual que comprar acciones y bonos son cosas completamente distintas, la diferencia entre acciones y participaciones afecta tus derechos, beneficios y riesgos.
Primero, entender qué son exactamente las acciones
Las acciones son, en esencia, una división de la propiedad de una empresa. Cuando compras acciones de una compañía, te conviertes en propietario, aunque sea en una pequeña parte. Este estatus es muy importante: te otorga varios derechos.
Primero, el derecho a dividendos. Siempre que la empresa obtenga beneficios y se aprueben dividendos en la junta de accionistas, tienes derecho a recibir la parte que te corresponde. Luego, el derecho a la información, que te permite conocer la situación financiera y operativa de la empresa. Además, el derecho a votar en la junta de accionistas, lo que te da voz y voto en decisiones importantes.
Hay otro derecho que a menudo se pasa por alto: el derecho de suscripción preferente. Cuando la empresa realiza aumentos de capital o emite bonos convertibles, los accionistas existentes tienen prioridad para comprar nuevas acciones. Por último, en caso de quiebra y liquidación, tienes derecho a recibir la parte residual tras pagar a los acreedores.
Todos estos derechos derivan de un núcleo: eres accionista, propietario de la empresa.
Algunos detalles clave sobre las acciones
No todas las empresas emiten acciones. Solo las sociedades anónimas (Sociedades Anónimas) pueden hacerlo. Cuando una empresa cotiza en bolsa, la negociación se vuelve muy flexible: puedes comprar y vender en cualquier momento a través de un bróker, sin necesidad de conocer al vendedor. El precio lo determina la oferta y demanda del mercado, y puede fluctuar mucho.
Pero cotizar en bolsa es voluntario. Muchas empresas de alta calidad no cotizan, y sus acciones existen solo en forma privada, sin circulación en mercados públicos. Incluso las que cotizan pueden reservarse una parte de sus acciones para no estar en circulación.
Las acciones también tienen diferentes tipos. Acciones ordinarias otorgan derechos completos. Acciones preferentes tienen prioridad en dividendos y liquidación, pero no confieren derecho a voto. Acciones sin derecho a voto son iguales a las ordinarias, pero sin la facultad de votar. También existen acciones rescatables, que tienen un plazo y la empresa puede recomprarlas en ese período.
La relación entre acciones y bolsa no es tan simple
Se suele decir que “las acciones se negocian en la bolsa”, pero esto no es del todo correcto. Las acciones pueden negociarse en la bolsa o fuera de ella. Si cotizan en bolsa, tienen mayor liquidez y precio transparente. Si no cotizan, vender acciones implica buscar un comprador directamente, lo que es más complicado.
Luego están las participaciones—el instrumento de inversión subestimado
Las participaciones también representan una división de la propiedad de una empresa, pero las reglas son completamente distintas. Primero, cualquier tipo de empresa puede emitir participaciones, no solo sociedades anónimas.
Aquí hay una diferencia crucial: los titulares de participaciones no tienen derecho a voto. Puedes recibir dividendos, pero no participar en decisiones de la empresa. Esto hace que las participaciones tengan más carácter de deuda que de propiedad. Además, las participaciones no se negocian en mercados públicos, su liquidez es muy baja. Para venderlas, debes buscar un comprador y el precio lo determina la situación financiera actual y las expectativas futuras de la empresa, no el mercado.
Cuando inviertes en fondos, también compras participaciones
¿Has oído hablar de “participaciones en fondos”? Cuando compras un fondo de inversión, en realidad estás comprando participaciones del fondo. Los fondos requieren al menos 100 participantes y un capital superior a 3 millones de euros. La gestora administra las inversiones, y la depositaria custodia los activos. El fondo agrupa todos los activos en un patrimonio común y lo divide en participaciones que distribuye entre los inversores.
La forma de comprar y vender estos productos es muy diferente
Las acciones se negocian de forma sencilla. Si cotizan en bolsa, puedes comprarlas y venderlas rápidamente a través de cualquier bróker, banco o plataforma, sin preocuparte por quién es el contraparte. El mercado ajusta la oferta y demanda en tiempo real.
Las participaciones, en cambio, son mucho más difíciles de negociar. No hay mercado público ni bolsa, todo se hace de forma privada. Necesitas conocer a un comprador o vendedor, negociar el precio y realizar trámites complicados, por eso su liquidez es muy baja.
Accionista vs partícipe: la diferencia esencial en la identidad
Estos dos roles representan posiciones muy distintas.
El accionista es el propietario de la empresa. Tiene una parte de la misma, disfruta de los beneficios del crecimiento y asume los riesgos de su declive. Participa en decisiones importantes, recibe dividendos y puede conocer la gestión. Sus intereses están estrechamente ligados a los de la empresa. Las acciones no tienen plazo, puedes mantenerlas indefinidamente.
El partícipe es más parecido a un acreedor. Tiene un derecho fijo a dividendos, pero no participa en decisiones. Las participaciones suelen tener un plazo definido, tras el cual se pueden renovar o terminar. La relación es “prestar dinero → obtener intereses → devolver capital al vencimiento”, no “ser propietario”.
Una cuestión que muchos desconocen pero que es muy importante: el orden de prelación en quiebra
En caso de quiebra y liquidación, los fondos se distribuyen en un orden específico llamado prelación.
Los acreedores con garantías (por ejemplo, hipotecas) tienen prioridad. Luego, los acreedores ordinarios. El accionista siempre va al final—si los activos no alcanzan para pagar todas las deudas, los accionistas probablemente perderán toda su inversión. Esto es especialmente importante para quienes invierten en pequeñas empresas o en empresas en dificultades: si la empresa tiene problemas, tu inversión puede desaparecer por completo.
Comparando ambos roles
¿Por qué en plataformas generalmente solo puedes comprar acciones o CFD?
En plataformas como MiTrade, normalmente solo verás acciones y CFD sobre acciones, no participaciones. La razón es sencilla: las participaciones tienen baja liquidez y no son aptas para trading a corto plazo. Los CFD, por su parte, por su bajo coste, apalancamiento flexible y soporte para vender en corto, son especialmente adecuados para traders profesionales.
Aunque los CFD y las acciones parecen iguales (mismo movimiento de precio y posibilidad de dividendos), en esencia son diferentes: poseer un CFD no te convierte en accionista, no tienes derecho a voto, ni a participar en la junta, ni otros derechos de accionista. Pero para la mayoría de los traders, esto no es un problema, ya que su objetivo no es influir en la empresa, sino beneficiarse de las variaciones de precio y dividendos.
La última recomendación
Entender bien la diferencia entre acciones y participaciones es clave, porque afecta directamente a tus decisiones de inversión y a tu nivel de riesgo. Si quieres control y participación a largo plazo, las acciones son la opción correcta; si solo buscas dividendos estables sin interés en decisiones, las participaciones pueden ser suficientes. Pero recuerda que la liquidez de las acciones y el riesgo de las participaciones son factores que debes considerar cuidadosamente.
Lo más importante: siempre ten presente el orden de prelación—en caso de quiebra, el accionista es el último en recibir dinero. Este hecho debe recordarte siempre la importancia de gestionar bien el riesgo.