Oportunidades en el sector del hidrógeno: Cómo invertir en hidrógeno verde de manera estratégica en 2024

La transición hacia fuentes de energía sostenibles está acelerando las inversiones en tecnologías limpias, y el hidrógeno emerge como protagonista indiscutible. Mientras los gobiernos avanzan en regulaciones ambientales, empresas de diferentes sectores –desde fabricantes automotrices hasta proveedores de gas industrial– están posicionándose estratégicamente en esta industria. ¿Pero cómo invertir en hidrógeno verde efectivamente cuando el sector abarca múltiples actores con modelos de negocio radicalmente distintos?

La compleja realidad de invertir en hidrógeno verde

A diferencia de commodities tradicionales como el petróleo con su referencia Brent, el hidrógeno carece de cotización directa en mercados bursátiles. Esto significa que invertir en hidrógeno verde implica seleccionar empresas específicas que participan en distintas fases de la cadena productiva: fabricación de celdas de combustible, distribución de hidrógeno líquido, o desarrollo de vehículos impulsados por esta tecnología.

Los ETFs especializados como Global X Hydrogen (HYDR) y Defiance Hydrogen (HDRO) buscan agrupar estas oportunidades, aunque la realidad es que cada empresa opera bajo dinámicas completamente diferentes. Tomemos dos casos extremos: Linde es un productor de gases industriales con presencia global, mientras que Toyota es fabricante automotriz diversificada. Ambas participan en el sector del hidrógeno, pero sus impulsores de crecimiento son distintos.

Protagonistas del hidrógeno: Perfiles empresariales

FuelCell Energy se especializa en sistemas de generación eléctrica mediante celdas de combustible. Su modelo combina producción renovable con captura de carbono, posicionándola como desarrolladora de tecnología crítica para la infraestructura energética futura.

Fusion Fuel Green toma un enfoque integrador: combina energía solar con almacenamiento mediante hidrógeno. Esto la diferencia como empresa que resuelve uno de los mayores retos de las renovables: la intermitencia energética. Su propuesta es particularmente relevante para instalaciones críticas que requieren suministro 24/7.

Linde, como mayor productor mundial de hidrógeno líquido, funciona como proveedor esencial. Su escala global y diversificación sectorial la hacen menos volátil, pero también significa que el hidrógeno es solo una línea de su portafolio.

Toyota y Hyundai representan apuestas automotrices divergentes. Toyota apunta a una estrategia dual: vehículos eléctricos con baterías e impulsados por hidrógeno para segmentos específicos. Hyundai, con su ix35 fuel cell, fue pionera en producción masiva de celdas vehiculares desde 2013, demostrando compromiso sostenido con la tecnología.

Hyzon Motors busca democratizar las celdas de hidrógeno mediante diseños de bajo costo, dirigiéndose al transporte pesado donde el hidrógeno posee ventajas técnicas claras sobre baterías.

Daimler/Mercedes construye autobuses y camiones comerciales con hidrógeno, exportando expertise mecánica al sector de vehículos limpios.

Por qué el hidrógeno ocupa espacio en carteras de inversión

El mecanismo es simple pero potente: hidrógeno + oxígeno en una celda de combustible = electricidad + calor + agua. Sin emisiones de CO2. Para vehículos pesados –autobuses, camiones de carga– esto resuelve limitaciones que enfrentan baterías de litio: autonomía reducida y falta de infraestructura de carga.

La aplicabilidad va más allá del transporte. El almacenamiento de energía en hidrógeno puede estabilizar redes eléctricas alimentadas por renovables, permitiendo que centrales solares o eólicas “guarden” producción en horas pico para liberarla cuando la demanda supere la generación.

Este potencial explica por qué gobiernos e iniciativas privadas destinan recursos masivos: el transporte es responsable de un tercio de emisiones de CO2 globales. Reemplazar flotas de combustión interna por vehículos limpios es urgencia, no moda.

La paradoja de invertir en hidrógeno verde: Potencial vs. Incertidumbre

Las ventajas son claras: mayor autonomía vehicular que EVs convencionales, cero emisiones, obtención relativamente accesible, complemento ideal para energías renovables. Las desventajas son de infraestructura: transporte costoso y complejo, escasez de estaciones de recarga, tecnología aún inmadura, limitaciones técnicas sin resolver.

Aquí reside el dilema del inversor. La industria del hidrógeno es exponencialmente más fragmentada que la petrolera. Mientras que petróleo tiene productores y refinadores claros, hidrógeno atraviesa múltiples verticales: empresas de tecnología, proveedores de gas, fabricantes automotrices, desarrolladores de baterías. Algunas liderarán la transición; otras fracasarán con soluciones menos viables.

Toyota e Hyundai parecen apuestas más seguras precisamente porque no dependen del hidrógeno. Ambas invierten simultaneamente en EVs, híbridos y otras tecnologías, distribuyendo riesgo. En contraste, empresas especializadas en celdas de combustible enfrentan mayor volatilidad: el éxito del hidrógeno es su éxito, pero también su única apuesta.

Perspectiva 2024-2030: ¿Es viablemente rentable?

La rentabilidad existe, pero debe evaluarse empresa por empresa. La mayoría de líderes del sector han experimentado desempeños robustos bursátilmente, aunque por razones mixtas.

El catalizador macro es innegable: cambio climático acelera regulaciones ambientales, gobiernos financian infraestructura de hidrógeno (planes europeos de hidrógeno limpio, iniciativas japonesas de economía del hidrógeno, inversiones estadounidenses). Esto crea demanda.

Pero demanda ≠ rentabilidad garantizada. La viabilidad depende de: 1) si tu empresa específica captura cuota de mercado, 2) si logra márgenes operacionales sostenibles, 3) si supera competencia tecnológica sin sorpresas disruptivas.

El hidrógeno verde no es apuesta única, es pieza de portafolio

La evidencia sugiere que invertir en hidrógeno verde prospera cuando se integra en empresas con diversificación. Toyota y Hyundai crecen porque el hidrógeno es catalizador, no base. Linde prospera porque es proveedor indispensable sin dependencia del éxito vehicular del hidrógeno.

Empresas exclusivamente enfocadas en celdas de combustible –como Hyzon Motors– ofrecen mayor upside potencial pero volatilidad extrema. Son apuestas de crecimiento, no de estabilidad.

La conclusión: invertir en hidrógeno verde es viable, pero requiere selectividad quirúrgica. No es comprar “hidrógeno” como commodity. Es identificar qué empresa con intereses en hidrógeno tiene modelo de negocio defensible, diversificación de ingresos y liderazgo tecnológico comprobado. Las incógnitas persisten (infraestructura, regulación, competencia con baterías), pero el rol estratégico del hidrógeno en la transición energética ya no es especulativo: es realidad en formación.

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