La conclusión de hoy: las dudas no nos definen

No somos la primera generación que se enfrenta a dudas. Un ejemplo de esto son los discípulos de Jesús. Sabemos que ellos también tenían dudas. Pedro y Tomás en particular. Y sin embargo, Dios no se enojó con ellos por eso, sino que siguió usándolos para cambiar el mundo.

A veces es bastante difícil confiar en Dios, ya que no podemos verlo físicamente. Contemplamos su obra en la vida de otras personas, leemos sobre sus milagros, pero no podemos reunir los restos de fe juntos para ponerlos en Él y calmar nuestras emociones. Entonces, comenzamos a dudar, luego sentimos culpa por nuestras dudas, y luego nos preguntamos si Dios está decepcionado de nosotros por nuestra falta de fe.

Aquí hay una maravillosa noticia con respecto a nuestras dudas: no determinan el resto de nuestra vida. En otras palabras, aunque dudemos de Dios muchas veces, nada nos impedirá restaurar la vida en completa esperanza en Él. Solo porque dudamos en el pasado no significa que siempre dudaremos en el futuro. Quizás nos enfrentemos a otro intento fallido de confiar en Dios, pero tengan la seguridad de que Dios no nos dará la espalda. Él nos ama infinitamente y seguirá enseñándonos a caminar con Él en fe.