La legislación de criptomonedas en Corea del Sur se encuentra en un callejón sin salida: la disputa sobre las stablecoins retrasa la aprobación de la ley clave hasta 2026

La legislación integral sobre regulación de criptomonedas en Corea del Sur ha enfrentado un revés importante. El proyecto originalmente previsto, la 《Ley Básica de Activos Digitales》, ha sido oficialmente pospuesto para su revisión en 2026 debido a profundas divergencias internas en las instituciones regulatorias respecto al tema central de quién debe emitir stablecoins.

El debate se centra en si la emisión debe ser liderada por un consorcio controlado por bancos para mantener la estabilidad financiera, o si la Comisión de Servicios Financieros (FSC) teme que esto pueda sofocar la innovación tecnológica. Aunque en áreas como protección del inversor y divulgación de información ya existe un consenso, e incluso se ha propuesto relajar la prohibición de ICOs vigente desde 2017 bajo ciertas condiciones, el estancamiento en la regulación de stablecoins ha obligado a posponer la promesa del presidente Yoon Suk-yeol de impulsar el mercado de activos digitales en el país. Esta disputa entre “seguridad e innovación” no solo afecta el futuro del mercado surcoreano, sino que también refleja la encrucijada global en la regulación de criptomonedas.

El proceso legislativo se detiene inesperadamente: abundancia de consenso, pero dificultad para superar la brecha central

En 2025, cuando las principales economías del mundo compiten por perfeccionar sus marcos regulatorios para activos digitales, Corea del Sur—uno de los mercados de criptomonedas más activos y maduros—ha puesto en pausa su legislación en un momento clave. Según un informe de la Agencia de Noticias Conjunta de Corea, el esperado proyecto de 《Ley Básica de Activos Digitales》, cuya presentación al parlamento ya estaba prevista, ha sido oficialmente retrasado hasta 2026. Este retraso interrumpe el ritmo de políticas establecido por el gobierno actual y genera incertidumbre entre los participantes del mercado que esperaban una regulación clara.

Irónicamente, este estancamiento no se debe a falta de consenso entre los legisladores. Al contrario, en muchos aspectos clave del proyecto, las autoridades regulatorias han avanzado significativamente. Existe un acuerdo general en aplicar regulaciones estrictas similares a las del sector financiero tradicional a los proveedores de servicios de activos digitales, incluyendo requisitos de divulgación obligatoria, normas estrictas de publicidad y medidas de protección al usuario. Incluso, el borrador introduce cláusulas de responsabilidad similares a las del comercio electrónico, lo que implica que, en caso de ataques cibernéticos o fallos del sistema, las plataformas podrían ser responsables de compensar a los usuarios sin necesidad de demostrar culpa. Estas medidas reflejan la determinación de Corea de ordenar el mercado y reconstruir la confianza de los inversores.

No obstante, todo ese consenso se ve frustrado por una cuestión concreta y delicada: ¿quién debe emitir las stablecoins? En este punto, las dos principales instituciones del sistema financiero surcoreano—el Banco de Corea y la FSC—mantienen posturas diametralmente opuestas, sin ceder. La disputa revela la complejidad de legislar en materia de criptomonedas: ya no se trata de un debate de “a favor o en contra”, sino de una lucha profunda entre diferentes filosofías regulatorias, responsabilidades sectoriales y visiones distintas del futuro financiero. La sombra del colapso del proyecto Terra (LUNA) ha hecho que la “estabilidad” sea un requisito inamovible en cualquier discusión; sin embargo, la sólida base tecnológica del país también hace que los responsables políticos no quieran perder la oportunidad de liderar la próxima generación de innovación financiera. Esta doble presión ha generado un nudo regulatorio difícil de deshacer.

El núcleo del estancamiento en las stablecoins: la confrontación entre control bancario y innovación tecnológica

Las stablecoins, como ancla entre el mundo cripto y la economía real, tienen un diseño regulatorio que determinará el futuro del flujo de activos digitales y sus aplicaciones. La propuesta surcoreana ya impone una de las “correas” más estrictas del mundo: los emisores deben mantener reservas completas en efectivo o bonos gubernamentales, y estos activos deben estar depositados en instituciones financieras reguladas. Este modelo de “reserva total y custodia estricta” busca eliminar riesgos de colapso asociados a stablecoins algorítmicas o con reservas parciales, garantizando que cada moneda en circulación esté respaldada por activos reales.

Pero el verdadero “ojo de la tormenta” legislativa no son estas regulaciones técnicas, sino la elegibilidad del emisor. La autoridad bancaria, como guardián de la soberanía monetaria, insiste en que la emisión debe estar controlada por un “consorcio bancario”. Este modelo requiere que cualquier entidad emisora de stablecoins tenga al menos un 51% de control en manos de bancos tradicionales. La lógica del Banco de Corea es clara: solo si la emisión está en manos de bancos con suficiente capital, bajo supervisión directa y profundamente integrados en la política monetaria, se puede prevenir cualquier riesgo sistémico que amenace la estabilidad financiera o la soberanía monetaria del país. Para los funcionarios del banco central, esto es una línea roja de seguridad innegociable.

En contraste, la FSC mantiene una postura opuesta. Como regulador de un mercado financiero más amplio y de la innovación, se opone a establecer requisitos rígidos de participación bancaria. Sus funcionarios advierten públicamente que limitar la emisión a bancos excluye a las empresas tecnológicas con capacidades blockchain y casos de uso innovadores, lo que podría ralentizar el desarrollo en áreas como pagos, remesas transfronterizas y DeFi. La FSC prefiere un marco basado en la regulación por comportamiento y resultados, donde cualquier empresa que cumpla con requisitos estrictos de reserva, auditoría y operación tenga igualdad de oportunidades, independientemente de si es un banco o una firma tecnológica.

Este enfrentamiento “banco vs. tecnología” también se extiende a la estructura regulatoria. El Banco de Corea propone crear un nuevo comité de autorización independiente para stablecoins, mientras que la FSC considera que los mecanismos existentes de coordinación interinstitucional son suficientes y que añadir nuevas entidades solo generaría confusión y burocracia. La disputa aún no termina; en esencia, se trata de una lucha por el control estratégico del derecho a emitir moneda digital. Hasta que no se logre un equilibrio de intereses, el proceso legislativo permanecerá estancado.

Impacto de la ley y reacciones en el mercado

Aunque el bloqueo en las stablecoins genera incertidumbre, otras partes del proyecto de 《Ley Básica de Activos Digitales》 ya delinean un marco que podría transformar el mercado surcoreano. La reversión más significativa es la posible condicionalidad para levantar la prohibición total de ICOs, vigente desde 2017. El borrador propone permitir que proyectos locales cumplan con requisitos estrictos de divulgación, auditoría y gestión de riesgos, para realizar ICOs en Corea. Este cambio marca un giro de “prohibición total” a “regulación y orientación”, con la intención de atraer financiamiento de empresas blockchain nacionales y ponerlas bajo supervisión, fomentando un ecosistema saludable de innovación.

Además, la ley elevará los costos de cumplimiento y los estándares operativos para todos los proveedores de servicios digitales. La inclusión de cláusulas de “responsabilidad estricta”—que podrían hacer a las plataformas responsables sin culpa en caso de incidentes de seguridad—anticipa una reestructuración profunda del sector. Las plataformas con recursos limitados y poca inversión en seguridad podrían verse forzadas a cerrar, mientras que las grandes instituciones con sistemas robustos y capacidad de asumir riesgos se consolidarán aún más. Aunque esto podría reducir la diversidad y dinamismo del mercado a corto plazo, a largo plazo contribuirá a una infraestructura más confiable y estable.

El retraso en la legislación genera incertidumbre en un contexto donde Estados Unidos, con su ETF de Bitcoin en el mercado spot, atrae miles de millones en capital tradicional, y Hong Kong y Singapur avanzan en marcos regulatorios para atraer empresas cripto. La indecisión de Corea puede hacer que pierda terreno en la competencia global por capital y talento. Los inversores institucionales, que prefieren entornos claros, podrían ser cautelosos, y algunos proyectos locales podrían optar por migrar al extranjero. Sin embargo, esta cautela también evita que, tras la crisis de Terra, se aprueben leyes apresuradas que puedan generar vulnerabilidades. Los reguladores surcoreanos parecen preferir construir un sistema más sólido, aunque más lento, que resista futuras crisis.

Lecciones regulatorias en la era post-Terra

La situación actual en Corea es un ejemplo clásico de la transformación del paradigma regulatorio en la era “post-Terra”. La caída de Terraform Labs no solo fue un fracaso comercial, sino una lección de riesgo que cambió la percepción de los reguladores surcoreanos y globales: la estabilidad financiera ahora tiene prioridad absoluta sobre la velocidad de innovación tecnológica. Este cambio de mentalidad implica que cualquier innovación financiera que involucre creación monetaria o sistemas de pago, especialmente stablecoins, debe someterse a los controles más estrictos y altos estándares.

El caso surcoreano muestra que legislar en materia de activos digitales es una tarea sumamente compleja. No basta con redactar leyes; se trata de un arte que requiere equilibrar estabilidad financiera, innovación tecnológica, protección del inversor, competitividad industrial y cooperación internacional. La diferencia de perspectivas entre el Banco Central y las agencias regulatorias refleja la magnitud del desafío. La “pausa” de Corea ofrece a otros países una valiosa oportunidad de aprender y evaluar los riesgos y beneficios de diferentes caminos regulatorios.

Mientras tanto, en paralelo, Corea continúa fortaleciendo la aplicación de leyes anti lavado y anti fraude. Recientemente, las autoridades ampliaron significativamente el alcance de la “Regla de Viaje”, reduciendo el umbral de reporte de transacciones de decenas de millones de won a aproximadamente 1 millón de won, para cerrar brechas en la lucha contra el lavado de dinero y financiamiento ilícito, demostrando que “la regulación estricta y la construcción cautelosa de reglas clave pueden ir de la mano”.

De cara a 2026, el futuro de la legislación surcoreana probablemente dependerá de un acuerdo político de alto nivel. Una posible solución sería diseñar un sistema de permisos diferenciado: para stablecoins “generales” de uso masivo en pagos minoristas y con potencial de importancia sistémica, se requeriría un control bancario o un modelo altamente capitalizado; para stablecoins “especializadas” en ecosistemas específicos o con menor escala, se establecerían estándares de acceso más flexibles y riesgos ajustados. En definitiva, la carrera regulatoria de Corea será un referente clave para la gobernanza global de activos digitales, y en ese proceso, mantener la conformidad y la resiliencia ante riesgos será la clave para la supervivencia y el crecimiento en este mercado crucial.

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